AMOR SIN CONDICIONES
La experiencia práctica demuestra que no hay nada que asegure tanto la inmunidad a la bebida como el trabajo intensivo con otros alcohólicos.
ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, P. 83
El apadrinamiento me tenía reservadas dos sorpresas. Primero, que mis ahijados se preocuparan por mí. Lo que yo había creído que era gratitud era más bien amor. Querían que yo fuera feliz, que me desarrollara y permaneciera sobrio. El hecho de saber cómo se sentían más de una vez evitó que yo bebiera. Segundo, descubrí que yo podía amar a alguien responsablemente, con un respetuoso y auténtico interés por el desarrollo de esa persona. Antes de eso creía que mi capacidad para interesarme sinceramente por el bienestar de otra persona se había atrofiado por la falta de uso. Saber que yo puedo amar, sin avaricia ni inquietud, ha sido uno de los más preciados regalos que me ha dado el programa. La gratitud por este regalo me ha mantenido sobrio muchas veces.
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