La verdadera humildad y una mente receptiva nos puede conducir a la fe...
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 35
Mi manera alcohólica de pensar me llevó a creer que yo podía controlar
mi forma de beber, pero no pude. Cuando llegué a A.A., me di cuenta de
que Dios me estaba hablando por medio de mi grupo. Mi mente estaba
abierta solamente lo suficiente para darme cuenta de que yo necesitaba
de su ayuda. Tardé más tiempo en llegar a lograr una real y honesta
aceptación de A.A., pero con ella llegó la humildad. Yo sé cuán loco
estaba y hoy estoy muy agradecido por tener restaurado mi sano juicio y
por ser un alcohólico sobrio. Este nuevo y sobrio yo es una persona
mucho mejor de lo que hubiera podido ser sin A.A.
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