Para el propósito de nuestro grupo sólo existe una autoridad fundamental: Un Dios amoroso tal como se exprese en la conciencia de nuestro grupo.
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 139
Cuando se me elige para asumir alguna pequeña responsabilidad para mis compañeros, le pido a Dios que me conceda la paciencia, la amplitud de mente y la disposición para escuchar a aquellos que voy a guiar. Tengo que recordarme que soy servidor de confianza para otros, no su “gobernador”, “maestro” o “instructor”. Dios guía mis palabras y mis acciones, y mi responsabilidad es hacer caso a sus sugerencias. Confianza es mi consigna, yo confío en otros que guían. En la Comunidad de A.A., yo confío a Dios la autoridad fundamental para “dirigir el espectáculo”.
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