En esta coyuntura, su padrino en A.A. se ríe.
DOCE PASOS Y DOCE TRADICIONES, p. 27
Antes de empezar mi recuperación del alcoholismo, la risa era uno de los sonidos más penosos que conociera. Yo nunca me reía y cualquiera que se riera me parecía que se estaba riendo de mí. Mi ira y la lástima que tenía de mí mismo me privaban de los placeres más sencillos y de la alegría del corazón. Al llegar al fin de mis días de bebedor, ni siquiera el alcohol podía provocar en mí una risita borracha. Cuando mi padrino de A.A. empezaba a reír y a señalarme esa lástima de mí mismo y los engaños que alimentaban mi ego, me sentía molesto y herido, pero me enseñaba a no tomarlo todo tan en serio y a enfocarme en mi recuperación. Pronto aprendí a reírme de mí mismo y, finalmente, enseñé a reír también a aquellos a quienes yo apadrinaba. Cada día pido a Dios que me ayude a dejar de tomarme a mí mismo demasiado en serio.
Del libro Reflexiones diarias
© Copyright 1991 by Alcoholics Anonymous World Services, Inc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario