En seguida me convertí en una parte - aunque fuera una pequeñísima parte - de un cosmos.
COMO LO VE BILL, p. 225
Cuando llegué por primera vez a A.A., me convencía de que "esa gente" era amable - tal vez un poco ingenua, un poco demasiado amistosa, pero gente fundamentalmente buena y sincera (con quienes yo no tenía nada en común). Los veía en las reuniones - por supuesto, era allí donde "ellos" existían. Les daba la mano a "ellos" y, después de irme de la sala, los olvidaba. Luego, un día mi Poder Superior, en quien no creía todavía, dispuso que hubiera un proyecto fuera de A.A. en que participaban por casualidad muchos miembros de A.A. Trabajamos juntos, y llegué a conocerlos a "ellos" como seres humanos. Llegué a admirarlos a "ellos" e incluso a tenerles afecto, y, a pesar de mí mismo, a disfrutar de la compañía de "ellos". "Su" forma de practicar el programa de A.A. en sus vidas diarias - y no meramente en las palabras que les oía decir en las reuniones - era lo que me atraía y quería lo que ellos tenían. De repente, "ellos" se convirtieron en "nosotros". Desde ese momento no me he tomado un trago.
Del libro Reflexiones diarias
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