Me estremezco de emoción al echar un vistazo al vasto mar de caras como éstas, con el sentimiento de que posiblemente alguna pequeña cosa que hice hace algunos años, desempeñó una parte infinitamente pequeña en hacer posible esta reunión. También me emociono mucho al pensar que todos nosotros tuvimos el mismo problema. Todos nosotros realizamos las mismas cosas. Todos nosotros obtuvimos los mismos resultados en proporción a nuestro entusiasmo, celo y apego a la perseverancia. Me perdonarán ustedes la presentación de una nota personal esta vez, al contarles que he estado en cama cinco de los últimos siete meses y no he recuperado mi fortaleza como yo quisiera, de modo que mis observaciones serán muy breves.
Hay dos o tres cosas que iluminaron mi mente sobre las que sería
apropiado poner un poco de énfasis. Una es la simplicidad de nuestro
programa. No la perdamos de vista y la echemos a perder con complejos
freudianos y cosas que son de interés para la mente científica, pero que
tienen poca relación con nuestro efectivo trabajo de A.A. Nuestros
Doce Pasos, al deslizarse lentamente hacia el último, se resuelven en
las palabras “Amor y Servicio”. Nosotros entendemos lo que es el amor y
entendemos lo que es el servicio; así es que tengamos presente esas dos
cosas.
Recordemos también, vigilar a ese descarriado miembro que es la lengua,
y si deseamos utilizarla, hagámoslo con bondad, consideración y
tolerancia.
Y algo más: Ninguno de nosotros estaría hoy aquí, si alguien no hubiera
tomado tiempo para explicarnos las cosas, para darnos una pequeña
palmada en la espalda, para llevarnos a una o dos reuniones; para llevar
a cabo pequeños y numerosos actos llenos de bondad y consideración
hacia nosotros. Por lo tanto, nunca adquiramos ese grado de
complacencia pagada de sí misma, al punto de que no estemos dispuestos a
ofrecer, o tratar de ofrecer, a nuestros menos afortunados hermanos la
ayuda que ha sido tan benéfica para nosotros.
Muchas gracias.
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